El exdelantero de River Plate, Marcelo Larrondo, ha roto el silencio para hablar sobre su frustrante etapa en el club, un periodo que él mismo califica como uno de los más difíciles de su trayectoria profesional. Larrondo, quien llegó a River como una de las promesas del fútbol argentino, no logró cumplir con las expectativas y su paso por el club se convirtió en un recuerdo amargo.
Desde su regreso a River en 2016, tras haber jugado en el Siena de Italia, Larrondo fue recibido con grandes esperanzas. El club había invertido tres millones de dólares en su fichaje, pero su rendimiento no estuvo a la altura de lo esperado. Durante su tiempo en el equipo, el delantero solo pudo anotar dos goles en 13 partidos, lo que llevó a muchos a cuestionar su capacidad para brillar en un club de la magnitud de River.
Larrondo ha admitido que su falta de continuidad fue uno de los factores que contribuyó a su decepcionante paso por el club. La presión que siente un jugador al llegar a un equipo de tal envergadura puede ser abrumadora, y en su caso, esto le llevó a apresurar su recuperación de lesiones. Esta ansiedad por querer estar en el campo lo perjudicó, ya que nunca se recuperó completamente de sus molestias físicas, lo que afectó su desempeño en el equipo.
A pesar de los desafíos, Larrondo ha aprendido valiosas lecciones de su experiencia en River. Reconoce que la ansiedad y la presión pueden influir negativamente en el rendimiento de un jugador, y ha tomado este aprendizaje para mejorar su relación con su propio cuerpo y su mentalidad en el fútbol. Ahora, ya retirado del deporte profesional, reflexiona sobre cómo su tiempo en River le enseñó a conocer mejor sus límites y a manejar la presión de manera más efectiva.
La historia de Larrondo es un recordatorio de que no todos los fichajes resultan como se espera, incluso cuando hay grandes expectativas. La hinchada de River, que siempre espera lo mejor de sus jugadores, ha visto cómo algunos talentos no logran brillar en el club, y el caso de Larrondo es uno de esos ejemplos.
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