El mundo del fútbol argentino es un universo de pasiones, rivalidades y hasta alianzas inesperadas. El Superclásico entre River Plate y Boca Juniors es el epicentro de esa pasión. Se manifiesta en encuentros cargados de tensión, emoción y controversia. Ahora bien, ¿qué pasaría si la barrabrava de uno de los equipos decidiera alentar a la del rival? Suena a locura, ¿verdad?
Porque, lejos de la lógica y la rivalidad extrema, hay momentos en la historia en los que los límites se difuminan y los bandos se unen por circunstancias imprevistas. La memoria futbolera argentina está llena de anécdotas sorprendentes, de gestos que desafían las expectativas y de situaciones que parecen sacadas de un guión de película.
El fútbol, en su esencia más pura, es un reflejo de la sociedad. Y como en la sociedad, a veces surgen conflictos que obligan a buscar aliados inesperados. En el caso del partido más importante del fútbol argentino, esa búsqueda de aliados se manifiesta en la tribuna, en la exigencia, en el aliento, en el apoyo incondicional, e incluso en la defensa mutua.
Cuando Los Borrachos y La 12 se unieron por un instante
Revivimos un capítulo asombroso del Superclásico, un episodio que quedó grabado a fuego en la memoria de los hinchas y que desafía todo lo que creíamos saber sobre la rivalidad más grande del mundo. Corría el año 1993 y el contexto era particularmente tenso. El 18 de julio de ese año, durante un encuentro crucial entre River y Boca en la Copa Centenario, un hecho insólito conmocionó a todos los presentes: La 12 comenzó a alentar a Los Borrachos del Tablón en medio de una feroz batalla contra la Policía Federal.
La incredulidad se apoderó de las tribunas. ¿Cómo era posible que los hinchas de Boca alentaran a sus rivales históricos? La respuesta yace en la brutalidad de la represión policial. Los Borrachos se encontraban enfrentados a las fuerzas del orden, y La 12, presenciando la situación, entendió que el enemigo común era la policía. Es por eso que se escuchó en la tribuna el grito unánime: “¡Y pegue, y pegue, y pegue River pegue!”.
Un momento de solidaridad inesperada, un paréntesis en la eterna rivalidad. Un episodio que demuestra que, incluso en el contexto más hostil, la unidad y el apoyo mutuo pueden surgir cuando las circunstancias lo requieren. Este evento, más allá de su sorpresa inicial, nos recuerda la complejidad de las pasiones futbolísticas y la capacidad de los hinchas para trascender las rivalidades en defensa de sus principios. Y es que, a veces, el fútbol puede ser mucho más que un simple juego.
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