DÍA INTERNACIONAL DEL HINCHA DE RIVER: Ángel Labruna en fotos y frases icónicas

Como cada 28 de septiembre, los verdaderos hinchas de River celebramos nuestro día, que coincide con el natalicio del ídolo máximo.

El 28 de septiembre de 1918 nacía Ángel Amadeo Labruna. Se formó en nuestras inferiores y también debutó con La Banda. Ganó 16 títulos como jugador y 6 como director técnico, logrando de esta manera ser el más galardonado de la institución Riverplatense.

Marcó 317 goles en total (máximo artillero en la historia del fútbol argentino), de los cuales 293 fueron en el campeonato local argentino y 12 en la Copa Aldao, convirtiéndose así en el goleador histórico de ambos certámenes. También es el máximo anotador en la historia del Superclásico con 16 tantos.

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Éstos son apenas algunos de los muchísimos datos que hacen a Angelito el ídolo mayor del glorioso River Plate. Sólo escribiendo un libro se puede detallar su tamaña injerencia en la historia del club. Forma parte de nuestra identidad, y hoy brilla una estatua suya en la puerta del Monumental.

ANGELITO EN FRASES Y FOTOS

«¿Sabés que pasa, pibe? Viejo así como me ves, cuando entro a River me transformo. Aunque no me creas, me emociono como un chico de las inferiores. Río y lloro por River. Yo por River, pibe, una vez me quise pegar cuatro tiros».

«Me gusta enterarme de todo lo que se hace en el fútbol, soy partidario de estudiar el partido, pero no me ato a lo táctico. No soy muy devoto de los libros ni de las teorías. Quiero hombres optimistas, que fabrican el equipo optimista. Un equipo que sale a defenderse se transforma en un grupo de hombres perdedores».

«Primero puse un hotel en Mar del Plata y me fue mal; después, un negocio de venta de autos usados y también; luego, la gomería en Libertador y Ugarte que era para pucherear, no daba para dos socios; y lo último en el ’65, cuando dirigía a Defensores de Belgrano: como parte de pago me dieron un local y puse una pizzería, pero me di cuenta que no había nacido para eso. La verdad es que me dije ‘zapatero a tus zapatos’ y me metí para siempre en el fútbol».

«En 1955 iba a cumplir 37 años y, aunque parezca mentira, empezó el ciclo de mis tres mejores temporadas. En la tripleta de los campeonatos ganados en 1955, ’56 y ’57 fue donde mejor jugué, cuando más rendí. (…) A medida que pasó el tiempo, que fueron renovándose los hombres, me fueron utilizando más para el armado hasta llegar a estos tres campeonatos transformado en jugador de toda la cancha. Corría los 90 minutos y sin jactancia les digo que corría más que cuando era un pibe. Todo se debió al amor propio».

«Yo sé que mi cara no le gusta a mucha gente. Mi cara y mi forma de ser. El fútbol es así. Las hinchadas rivales nunca me perdonaron los goles que les hice, y ahora como técnico no aguantan los campeonatos que gané con River».

«Lo que siempre mantuvimos fue el estilo, la ambición de atacar con todo. El temperamento ofensivo jamás fue dejado de lado. Era la personalidad de River, que nacía en todos nosotros que, a veces, sin ganar grandes sumas, sentíamos muy hondo el orgullo deportivo, los enormes deseos de ganar haciendo muchos goles. Por esos problemas de defensa, por esos cambios en la delantera que siempre pensando en atacar ahora tenía otro estilo, la gente le puso otro nombre al cuadro. Los hinchas los llamaban ‘La Maquinita'».

«Uno puede dirigir, obligar a esos jugadores, ¿cómo los llaman? Picapiedras, ¿es así? A esos sí, ustedes los pueden ordenar en una función determinada, pero a éstos ¿qué les puede enseñar? Sólo decirles que vayan al ataque, que jueguen, que metan todos los goles que puedan. Que eso es lo que puedo contestarles a los que me critican. Sí, señores, tengo individualidades, las mejores que hay en la plaza, pero los uso para ganar, no para hacer un fútbol mezquino. Yo soy el primero en impulsarlos a que jueguen, a que den un gran espectáculo».

«Quisiera no tener que pensar ni remotamente en otro fin para mi carrera deportiva. Mi mayor ambición es cerrar mi ciclo de futbolista jugando mi último partido con la casaca de la banda roja. River no sólo ha sido, sino que sigue siendo todo en mi vida y quisiera, una vez terminada mi carrera de jugador oficial, seguir sirviendo al club en la medida de mis posibilidades y mis conocimientos, en cualquier puesto que sea».

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